“YO soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador” (San Juan 15:1) ¡Que maravillosa declaración! Saber que el Padre Celestial es quien cuida de nuestro crecimiento y desarrollo produce paz y seguridad. Muchas personas se frustran al no ver avances ni resultados en su vida espiritual. Luchan, se esfuerzan, trabajan y dan todo de sí mismos tratando de producir algún fruto, pero solo encuentran fracaso y una vida carente de poder. Estamos injertados en la vid que es Cristo. Y toda vid necesita un labrador que la plante, cuide, vigile y recoja su fruto. Dependemos del labrador en cuanto al lugar donde hemos de crecer, nuestra protección, el ser regados, podados etc. Nuestra savia espiritual, nuestra fuente de poder y vitalidad proceden de estar unidos íntimamente a Cristo Jesús. No obstante nuestro Padre se encarga de darnos el crecimiento y los cuidados necesarios para estar sanos y fuertes espiritualmente. Ten certeza y absoluta confianza que Dios producirá en ti los...