Alzare mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra. (Salmo 121:1-2) Si miramos a nuestro alrededor inmediatamente notaremos como la aflicción se apodera de ancianos, padres de familia, jóvenes y niños también. Los adultos luchan con sus frustraciones, temores, fracasos, enfermedades y problemas. Los más jóvenes desorientados por los ofrecimientos del sistema y en busca de identidad, se alejan cada vez más de la felicidad y satisfacción que buscan. Los niños víctimas de los adultos y hermanos mayores reciben toda la carga negativa de estos, percibiendo el estado anímico de los mismos siendo presas y victimas ellos también de la rabia e impotencia. El rey David en varias ocasiones se sintió así. Cuando se sentía frustrado y perseguido tenía por costumbre huir a los montes, este era su lugar de protección. Tal vez tu refugio sea alguna actividad o hábito, donde te ocultas cuando la tormenta de problemas y difi...