Al comenzar
haciendo algo bien, tenemos mayores probabilidades de terminarlo bien.
Al
despertar por la mañana, nuestra mente tiende a distraerse con las actividades
del día y empezamos a meditar en un sinfín de cosas, algunas de importancia
pero otras no lo son. La mente pretende alimentar nuestro espíritu aun con
pensamientos de días anteriores y repasamos como una película cada momento
vivido. Al poco tiempo estamos sobrecargados, pensando en lo que no hicimos, en
todo lo que debemos hacer y en los desafíos que ello representa.
Lo que
ingerimos por la mañana, es de mucha importancia para nuestro cuerpo, dicen que
el desayuno debería ser nuestra comida más importante. Lo que sucede en el
cuerpo también sucede en el alma.
Es
necesario encausar nuestros pensamientos desde las primeras horas del día para luego
tener victoria y una actitud positiva y de fe durante el resto de él.
Al
despertar sería conveniente agradecer a Dios por el descanso, los dones y
misericordias recibidos a través de Jesucristo. Por el privilegio de abrir los
ojos a un nuevo día, por nuestra familia, la salud, etc. Hay tantas personas
que no pueden disfrutar de estas cosas cotidianas, ya que se encuentran, privados
de libertad, enfermos, lejos de sus seres queridos, y si no tienen a Cristo,
están sin esperanza y sin salvación
Amigo no
olvides ninguno de sus beneficios
“Bendice,
alma mía, a Jehová,
Y no
olvides ninguno de sus beneficios”. Salmo 103:2
Que al comenzar tu día, puedas meditar en las
bondades de su amor y sea el momento de entregar tu día al Señor. Este es un
comienzo de victoria.

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