Antes de
emprender un viaje y dirigirnos a nuestro destino, es imprescindible tener bien
claro dos cosas. Hacia dónde vamos, y en segundo lugar, cual es nuestra
ubicación actual.
Aunque poseamos
un mapa con todas las indicaciones necesarias para llegar a nuestro destino, si
no sabemos dónde estamos situados, podemos comenzar nuestro viaje, pero con seguridad vamos a extraviarnos.
Como
creyente ¿dónde te encuentras ubicado, Cuál es tu posición espiritual en Cristo?
Hoy meditaremos sobre este asunto.
Y en unión
con Cristo Jesús, Dios nos resucito y nos hizo sentar con él en
las regiones celestiales, para mostrar en los tiempos venideros la incomparable
riqueza de su gracia, que por su bondad derramo sobre nosotros en Cristo Jesús.
Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe, esto no procede de
ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras para que nadie se jacte. (Efesios
2.6-9) NVI
Y nos hizo sentar con él…
Miremos por
un momento lo que significa la palabra “sentar”.
Esta
palabra revela en gran manera el secreto de la vida espiritual.
La vida
cristiana no comienza con caminar o hacer algún tipo de acción, más bien
empieza con sentarse.
Con gran
acierto diríamos que cuando el creyente se ve sentado en los lugares
celestiales con Cristo, cuando por fe toma esa posición, recién allí comienza
su viaje hacia la madurez espiritual
La gran
mayoría de nosotros hemos comenzado haciendo algo en vez de sentarnos. Claro la
pregunta es ¿Qué podemos lograr sin esfuerzo? ¿Cómo es posible avanzar si no
nos movemos? El sentido común nos dice que si queremos lograr algo debemos esforzarnos,
de otro modo nunca lograremos nuestro objetivo, Aunque eso signifique muchas
veces dar vueltas siempre en el mismo lugar, pero nos tranquilizamos porque al
fin y al cabo algo estamos haciendo.
En la vida de fe es diferente. La vida de fe a
veces es extraña. En ocasiones si nos esforzamos y presionamos las cosas para
que sucedan, nada logramos, si nos afligimos por obtener, lo perdemos todo, y
la razón es que el cristianismo comienza no en el mucho hacer sino en descansar
en aceptar el gran “CONSUMADO ES”. La carta a los Efesios declara desde el
inicio que “Dios nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales
en Cristo “(Ef. 1.3) y desde el principio se nos invita a sentarnos en los
lugares celestiales en Cristo, a disfrutar lo que nos ha dado y no a lograr
algo por nosotros mismos.
Dios dice
que somos salvos por medio de la fe, no por obras, (esfuerzo propio) para que
nadie se jacte. (2.8).Esto significa salvos por la fe; confiar en que somos redimidos
por creer en Jesucristo y que nada hicimos para salvarnos. Es así que
comenzamos nuestra vida de creyentes dependiendo, no de nuestras obras, sino de
lo que Cristo ha hecho por nosotros al morir en la cruz y resucitar al tercer
día.
La vida cristiana que se basa en la fe dice:
“nada puedo hacer para salvarme, pero
Dios por su gracia, ha hecho para mí todo lo necesario por Cristo, o a través
De Cristo”. La vida cristiana descansa de principio a fin sobre la base de
una completa dependencia de él. Es muy difícil comprender este misterio en su
totalidad si el Espíritu Santo no alumbra los ojos de nuestro entendimiento, ya
que somos muy orgullosos, y si no hemos logrado algo por nosotros mismos,
parece que no posee valor.
En el reino
todos tenemos nuestra participación activa, pero no debemos olvidar que cada
detalle de nuestra vida, aun lo más insignificante esta supervisado y responde
a la voluntad y soberanía de nuestro Señor y gran Dios.
Evita vivir en forma independiente de Dios.
Esto no significa simplemente apartarse de él, es también procurar hacer las
cosas y tomar iniciativas sin consultar ni esperar la aprobación del Señor.
Deja a Dios,
ser Dios y rey soberano, y toma tu lugar dentro de su reino. De momento estas
sentado en los lugares celestiales con Cristo. Medita en esto, pide al espíritu
Santo que te ayude a comprender esta verdad, acéptala por fe, disfruta de este
privilegio que tienes como hijo de Dios, nadie puede quitarte tu lugar.

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